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02:34 min.
18/Sep/2009
Emprendedor Sublime

El emprendedor en el umbral de su proyecto.

Estar en los albores de un emprendimiento propio genera una paleta policromática de emociones.

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- Eres, muy, muy fuerte
- No, no lo soy. Solo invento juegos para sortear dificultades?.
De la película Bailarina en la oscuridad

- ¿De qué toboganes estás hablando? Tenés como cuarenta, ¿cincuenta años? ¡¿No me va a decir que todavía vas a la plaza, subís la escalerita de fierro, te quedás en el umbral a tres metros de altura y con tus caderas inclinadas te arrojás del tobogán para darte un flor de golpe en el arenero que ya no tiene arena?!

- No, te hablo de otros toboganes. De los toboganes del viento. De imágenes. Crecer no puede significar inhibir la capacidad de imaginar. La imaginación es el remedio para la rutina.

Cuando estoy triste, cuando me siento débil, recuerdo que ya desde mi niñez comencé a aprender que uno sube y baja; que uno se mece en una hamaca procurando alcanzar la máxima altura; que uno sube la escalera de un tobogán tomado del pasamanos, se sienta en el umbral, y experimenta la sensación de vértigo de la caída, y la caída misma en la superficie del arenero. Ningún juego de la plaza es casual. Ni está a contramano de la adultez.

Estos toboganes del viento que yo me inventé el otro día consisten en sentirse fuera del alcance de todo lo que te impide avanzar, crecer; de todo lo que te lastima, de todo lo que es un obstáculo terrestre. Te subís, te arrojás, y siempre quedás suspendido en el aire. Es un recurso, un juego que te hace sentir fuerte frente a la adversidad, que te permite escaparte de lo mundano con un viaje económico ?sólo tenés que estar vivo- que podés emprender solo o acompañado. Si estás acompañado es mejor, porque surgen más opciones; variables que, al bajar a tierra, se convierten en potenciales soluciones. ¡Y no más piedras! ¡Piedras disueltas! ¡Sedimentos! ¡Arena! ¡Y a emprender!

- Ajá, ¿Y cómo hago si estoy caído, derruido, cansado, arrojado, frustrado, desilusionado, desganado?

- ¡Epa!, esas son las condiciones básicas para jugar a este ?juego?.
Justamente, en esas circunstancias, buscar con optimismo un proyecto pendiente es levantarse; mover las manos para anotarlo es subirse al primer escalón; luego viene el entusiasmo, la subida llena de adrenalina; y en el umbral del tobogán te espera el emprendimiento.
Luego, de ahí, puedes arrojarte para ir a buscar más madera, bajar la escalera para llamar a tus cómplices, o caerte. Sí, la posibilidad de caerte está -y siempre está desde que te levantaste-, pero es la última en la que tenés que pensar cuando te proponés subirte al tobogán del viento.
Porque en el camino y en el progreso se aprende que hay cosas que causan molestias a tu empresa, y que podés soplar fuerte para que se retiren. Le tienen fobia al viento de la imaginación optimista.

- Mirame, ya casi estoy levantado? Pero tengo miedo.

- ¿De qué? ¿De estar mejor que vencido entre los granitos de arena? ¿De qué tenés miedo?

- De estar feliz. Qué paradoja, tengo miedo de ser feliz?

fuente:emprendedoresnews.com
Fecha
18/Sep/2009
Etiquetas
emprendedor proyecto emprendimiento emociones progreso optimista
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