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03:28 min.
18/Sep/2009
Emprendedor Sublime

El emprendedor que magnifica.

El emprendedor magnifica lo que tiene. Construye por lo que aún no alcanza. Lo que no es tuyo pero te acompaña.

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?Las mariposas vuelan sobre el asfalto haciendo ecos de su despliegue real que se produce a la altura de mis hombros; se desposan de sus alas sobre los pétalos rosas de un palo borracho, y me mareo entre la multitud. Busco mi pertenencia entre todas ellas deteniéndome en lo periférico que se sucede en el centro de la ciudad, para llevarme a casa olores y aromas, miradas perdidas y ojos irresueltos, la pobreza de los ricos y la riqueza subliminal de los pobres, el aire espeso mimetizado con el escape contaminante de los transportes, la brisa de esta mañana única de la vida?.
Gisela Mancuso, en Periferias

¿Cuántas veces te habrás despertado con aires de ambiciones inalcanzables, de materialidades deseadas? ¿Cuántas veces cambiaste el auto, compraste un nuevo equipo de música, o llenaste el ropero de ropa nueva y sin embargo, al rato, algo y mucho más te faltaba? A veces la necesariedad del dinero y la dignidad que confiere el tener un trabajo nos lleva a creer que con esos elementos; el uno en la mayor demasía; el otro, eludiendo que hay una vida para vivir detrás de las ventanas que se abren al costado de nuestros escritorios, dominan nuestro andar. Dominan nuestro andar al punto de ser ellos los hilos que como marionetas nos conducen, pretendiendo justificar la felicidad eternamente lejana. Y, sin embargo, advertidos por las cosas pequeñas que se nos cruzan, o por las actitudes simples de quien tiene lo suficiente pero el alma a resguardo de toda contaminación, dinamitan la estructura, el disfraz de la ?satisfacción impecable? y, entonces, la vara mágica nos roza y nos pide que trabajemos con nosotros mismos. Que busquemos placeres en la cotidianeidad, pasatiempos, desafíos, relaciones con personas nuevas para escuchar sus grandezas y miserias, para alimentarnos primero de la vivencia interna, ineludible etapa que nos hará dueños de una fortaleza real, trabajadores que nos levantaamos cada mañana por los sueños que aún nos restan concretar, por los amigos que acompañan nuestro andar, por los escenarios naturales que atravesamos camino a nuestras ambiciones. ¿Con cuánto dinero se puede comprar la paz? ¿Quién sino nosotros puede hallar una relativa tranquilidad interna que nos haga espectadores de lo que transcurre, pero protagonistas de una vida real, sin corazas, sin esquivar nuestras apetencias con las máscaras de la ambición? Lo nuevo material es efímero, y circunstancial. Vivir aprendiendo, en cambio, hace del trabajo un emprendimiento, y de nosotros emprendedores en esencia. Que lo que nos motiva no sea el deseo de tener más, sino el valor que le atribuimos a lo inmaterial que nos rodea, y que ese sea el estímulo para alcanzar un mejor estilo de vida, para comprarnos un sillón de dos cuerpos, almohadones de colores, donde se sienten nuestros amores, nuestros amigos, nuestra familia. La reproducción de la suerte se lleva bien con la actitud constante de llevar el corazón afuera del cuerpo. Porque cuando abunda lo que no se posee pero eso nos llena, las posesiones aparecen y el progreso se alcanza. Tenerlo todo, y perderse por alcanzar ese objetivo, nos distrae de cada parte invalorable que conforma nuestro entorno. Porque el emprendedor sabe que es preferible tener lo necesario y ser humano, que tenerlo todo pretendiendo ser el mejor. Y, por más que a la luz de algún lector pueda pecar de melosa, y por más que Calamaro diga que no se puede vivir del amor, yo creo que se puede vivir no tanto del amor sino por el amor, y que ese completitud que nos embellece nos permite alcanzar las materialidades que adornan y mejoran nuestra calidad de vida. Fuertes de adentro, queriéndonos y queriendo, el que se lleva el mundo por delante es uno, y no una máscara que siempre es susceptible de caerse. Cuando nos encontramos a nosotros mismos no necesitamos buscar nada y a nadie. Porque la persona y la cosa aparecen solos. Por el propio imán del merecimiento.

Así emprendemos los que lo hacemos para sentirnos mejor, para progresar, y compartir lo que resulta. Así nos movemos por el mundo, los fueguitos que se encuentran para transmitir experiencias, y vivir. Iluminados. Aprendiendo, siempre aprendiendo?


Fecha
18/Sep/2009
Etiquetas
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