Enviar a email
  

  
Tiempo de lectura
03:27 min.
18/Sep/2009
Emprendedor Sublime

El emprendedor que observa.

Saber mirar, detenerse a hacerlo es un buen ejercicio.

Compartir
Y el emprendedor dice:

- Cuando recién empezaba en esto de emprender advertí que los modelos que me formaron no se acomodaban a mis expectativas. Que, al pretender adaptar mis concreciones a aquél legado impuesto, sentía una gran incomodidad. Y es que había algo llamado ?el propio deseo? que aún no había descubierto, que era un gran misterio a revelar paulatinamente hasta dar con algunas de sus aristas, y entonces armar el propio modelo, la propia estructura. Para eso ?como lo heredado era algo que formaba parte de una convención a la que yo no había adherido con mi sufragio- he debido ser paciente. Debo seguir siéndolo? Y observar?Es decir, adentrar la mirada en los actos de los otros que tenían un modelo diverso y tomar de esos parámetros aquellos que estaban a gusto con mi propio deseo que aparecía aunado a la sorpresa del descubrimiento de algo diferente. De advertir que la verdad no es única, que la baldosa en la que estás parado es un simple cuadrado en el que caminas por costumbre, y que alrededor hay todo un suelo, una serie innumerable de baldosas que pueden mostrarte otras formas si te animás a cruzar cada línea hasta formar tu propia escala, tus prioridades, la pirámide de valores de tu bienestar, y el conjunto de estrategias y recursos que emplearás para asumir cada riesgo, cada desafío, y de qué manera andarás por la cuerda floja que une al hoy con el emprendimiento a futuro, aparente abismo mediante.

Entonces descubrís que podés estar muy cómodo en la estructura legada, que es como un vivir ?cruzado de brazos? porque todo está dicho, todo es así, y así todo funciona; pero podés estar muy incómodo también ?y esto puede durar un largo tiempo que puede parecer interminable- y ponerle el hombro a tu esencia, a lo que tu ser dice, quiere, pide a gritos, aunque eso te obligue a desprenderte de una construcción, a ver los escombros a tu alrededor, a sentir el temblor de lo incierto, para recogerte, para tomar solo lo que es realmente parte de vos, y luego observar y observar. Decir que sí. Decir que no.

¿Si esto es posible sin que duela? ¿Si esto es posible sin que sea dificultoso?
¿Si esto puede hacerse sin asumir el riesgo de ?no saberlo todo?? Y?No. Saberlo todo es aburrido. Y para emprender se necesita un halo enorme de incertidumbre, capacidad para soñar, deseos de crecer, y de encontrar la propia receta para alcanzar objetivos. Que serán genuinos. Que costará alcanzarlos. Pero tendrán la pureza del agua, la firmeza de cada una de las huellas que enclavamos en el camino, y quedará abierta la esperanza de abrir nuevos frentes, de atravesar puentes, de cruzar la delgada línea que separa una baldosa de la otra.
De sentarse en el extremo del muelle ?allí donde los pescadores emprenden su arte y su trabajo- y reflejarnos en el agua, en la ola que pega fuerte contra la madera, y admitirnos huracanados, calmos, revoltosos, quietos, en permanente movimiento.

Porque emprender tiene un antecedente: el camino recorrido. Pero también tiene un consecuente: el sentir que valió la pena. Que a su vez es una nueva causa: con valor, con valores, aquello que logramos es el estímulo para seguir asumiendo riesgos sostenidos por nuestro modelo y convicciones?

?Lo que el árbol tiene de florido, vive de lo que tiene sepultado?, decía Francisco Bernardez; entonces, sigamos adelante, dejemos atrás lo que hay que abandonar para progresar, y recojamos pétalos y flores en el camino, que llegaremos a ese manto de pasto donde arriaremos nuestra propia bandera, donde plantaremos, cosecharemos, y construiremos nuestro propio jardín.

Luego nos invitamos a conocer nuestros árboles. Yo quiero conocer tu luz y tu sombra. Tus jazmines y tus alondras. Voy también por mi naturaleza. Para mostrarte mis palos borrachos y mis sauces, mis fresias y mi naranjo. Porque claro, todo tendrá sentido, todo lo tiene, si tenemos la virtud y el deseo de compartir lo logrado. El camino es personal; la llegada, con personas. Allí nos encontramos. Nos encontraremos. Cuando sea nuestro momento.

fuente:emprendedoresnews.com
Fecha
18/Sep/2009
Etiquetas
emprendedor observa mirar
Los 7 hábitos automáticos de los líderes

Los 7 hábitos automáticos de los líderes

Los líderes de mayor éxito son, entre otras muchas cosas, decisores instintivos. Ellos han aprendido el arte de visualizar anticipadamente modelos de negocio, hallan oportunidades en situaciones de mucha presión, sirven a la gente que lideran y son capaces de sobreponerse a las dificultades.

14/Abr/2015
Compartir

Boletín por email

Únete
Cargando...