Para la mayoría de los gobernantes de latinoamerica fue casi obvio que el solo hecho de abrirse comercialmente era sinónimo de éxito inmediato e inminente, de ahí las grandes expectativas que se formaron sobre el proceso de apertura en toda América Latina. Sin embargo, el marco institucional y la preparación real de nuestros países era insuficiente, e inclusive se podría pensar que bajo la lógica de los mecanismos de mercado los conceptos de Intervención Estatal o de Política Industrial desaparecieron del escenario durante varios años. Hoy parece haber consenso en afirmar que los procesos de globalización están incrementando la brecha entre los países desarrollados y el mundo subdesarrollado.
Nuestro inconsciente colectivo pronto mostró su destructivo alcance al terminar con mercados internos saturados de mercancías importadas que no siempre suponían buena calidad y con miles de desempleados y empresas quebradas; solo hasta entonces se hicieron los estudios de impacto de la apertura en la pequeña mediana y gran empresa, con resultados bastante reveladores y para algunos inesperados. En esto se debe mencionar la explotación de redes de distribución y los problemas de carácter especulativo que evidenciaron la debilidad financiera latinoamericana y nuestra incapacidad de responder adecuadamente a los retos de la apertura, con los consecuentes desarreglos en los agregados de la producción y el empleo.
El panorama económico actual ha puesto en duda los mecanismos automáticos de mercado, que liberados a su propia suerte no necesariamente son óptimos, ya que no vivimos en mercados perfectos. La evidencia nos muestra como ahora las empresas buscan apoyo en el Estado y como la sociedad en general, reclama mejores condiciones de su aparato estatal.
Competir en desventaja y abrirnos al mundo no ha sido satisfactorio, lo que todavía no se puede establecer es si a largo plazo, podremos salir adelante, o simplemente tenemos que volver a cerrarnos y cambiar nuestros paradigmas de desarrollo.
Estructura productiva:
La estructura productiva latinoamericana ha profundizado su deterioro y desarticulación, este proceso esta acotado por la recomposición del mercado mundial, ya que la competencia por espacios económicos de producción y de realización es más intensa, en un marco de lento crecimiento de las economías desarrolladas y de lento crecimiento del mercado mundial.
Otro aspecto que resalta la actual situación, es la debilidad financiera y la pérdida de autonomía de nuestras naciones. Los empresarios latinoamericanos están actuando solo para el corto plazo, y las únicas empresas que triunfan son las que tienen inversión extranjera directa, en otras palabras, las que no poseemos. Las estructuras son débiles y se enfocan a los sectores no productivos o de servicios, acentuando los desequilibrios productivos y sectoriales de las economías latinoamericanas. En este escenario y frente a un mercado interno deprimido, surge con fuerza el sector informal. Al conjugarse en este, la producción y el intercambio de productos, que ha permitido resolver por el momento, la reproducción del grueso de la población y contener el estallido social.
Ante esta situación, la modernización de los aparatos productivos es fragmentada y lamentablemente excluyente. Los proyectos nacionales deben ser más complejos, apoyar la obtención de excedentes económicos nacionales, y deben aumentar el ahorro interno defendiendo a la población, es necesario incentivar la inversión productiva, atender al mercado interno manteniendo las relaciones con el exterior, resolver la crisis y crear empleos, esta comprobado que las recetas aplicadas en América Latina solo han beneficiado a unos pocos y cada día somos más pobres y dependientes.
Necesitamos estados que garanticen educación, seguridad social y capacitación, incorporar otras formas de producción y de organización de la sociedad, que permita visualizar la verdadera complejidad de la situación actual. Latinoamérica vive una especial coyuntura, y las soluciones a nuestros problemas requieren soluciones más agresivas a las realidades que afrontamos los latinos. La falta de preparación de nuestras naciones , se ha evidenciado en los múltiples y graves inconvenientes que hemos sufrido muchos latinoamericanos en los últimos años, cualquier avance nuevo en crecimiento o infraestructura social, simplemente recuperará el terreno que hemos perdido en la última década.
Competitividad:
Los indicadores de competitividad hablan por sí mismos; Latinoamérica no es competitiva aún y serán necesarios muchos años de inversión seria y constante en educación en todos los niveles con un desarrollo mayor en la investigación científica y tecnológica para alcanzar los niveles deseados de aprensión tecnológica, modernización y mejoramiento del capital humano.
Conclusión:
No es una utopía pensar en cambiar muchas cosas, es cierto que debemos ser más abiertos y competitivos pero no es del todo cierto el hecho de que todas las recetas económicas que se nos están imponiendo van a beneficiar a todos los latinoamericanos a largo plazo, más cuando en toda Latinoamérica todavía hay personas que viven en la más completa miseria y fuera de lo que llamamos economía global