Consejos para vender bien una empresa.

Llegará un momento en que se quiere o se necesita vender una empresa.
Es importante una reflexión sobre las razones por la cual se realiza la venta de la empresa y los objetivos que se pretenden alcanzar. Si la razón es porque la empresa se encuentra en un mal momento o en deudas, hay que vigilar muy bien todo lo que se firma liberándose de todas las deudas en el momento de la compra y sabiendo bien a quién se vende. Si la razón es obtener un beneficio económico de esa venta, hay que saber sacar el mayor provecho de la venta esperando lo que sea necesario para conseguir lo que se pretende. Si se busca vender para invertir en otra cosa y se necesita vender rápido, no se debe mostrar ese interés en la venta rápida, se debe indicar que otras personas están interesadas y el provecho que la otra persona puede sacar de la empresa.
Si existe cierta desconfianza, hay que comprobar todo, si la oferta parece demasiado buena se debe consultar con un asesor o persona especializada, si es una empresa de la competencia o que puede obtener buenos beneficios no se le debe vender barato. Hay que estudiar cada paso.
Se debe preparar también un diagnóstico personal y patrimonial antes de dar cualquier paso.
Contar con un buen intermediario es una buena idea, sobre todo si es una persona especializada en negociaciones y puede sacar el mejor provecho de la operación.
Se puede negociar con asesor y comprador para obtener la mayor rentabilidad. Vender con un anuncio en prensa y esperar compradores puede ser una operación a la que no se le saque tanto provecho que si se cuenta con un buen negociador.
Si se tiene claro lo que se va a hacer adelante, negociando pero sin ceder en lo imprescindible; hay que contar, aunque sea en los últimos momentos y en los de los trámites, con personas con experiencia en la venta.
En caso de que haya varios socios, deben estar de acuerdo en todo lo que se negocie, incluso se puede pedir opiniones a personas que no tengan muchos conocimientos, amigos y familiares, ya que quizá desde dentro se escape algo que otros que no conocen pueden descubrir o plantear.
Hay que vender la empresa por lo que es, pero también por lo que puede ser, por su calidad y por su potencial. No se debe infravalorar una empresa, aunque tampoco se debe valorar más de lo que corresponde.
Hay que leer lo que se firma, sin olvidar ni una página ni una palabra, no hay que fiarse innecesariamente en los negocios. Hay que leerlo todo y conocerlo todo, si no se conoce algún término hay que consultarlo con quien sea necesario.
No hacer pública la operación antes de que se realice la transacción, ya que si después no se materializa la venta, la competencia o cualquier posible comprador podrá tener dudas sobre la calidad de la empresa y se hará más difícil la venta.
Hay que tener en cuenta lo que se va a cobrar en la transacción, no el precio total de venta, sino que hay que quitar todos los gastos que se conllevan y descontar los impuestos para saber realmente qué es lo que se va a ganar realmente.
Cuando se negocia una venta se debe preparar para la transición, esto es permanecer en la empresa y mantenerla en correcto estado mientras no se produce la transición. la comunicación interna y externa juega un papel muy importante, hay que hablar con los empleados y tranquilizarlos; se recomienda negociar el mantenimiento de los empleados que llevan en la empresa para que el trance no sea mayor y se produzcan inconvenientes.
Se debe priorizar la venta a una persona que pretenda llevar adelante la empresa y hacerla crecer, a demás que vaya a mantener a los empleados y ofrecerles buenas condiciones.
Una vez que se ha vendido la empresa y se han realizado todos los trámites y todo está correcto, empieza una nueva vida. Hay que utilizar el dinero justo para el fin que se tenía planeado.